El Juego como experiencia educativa
Existen pruebas para medir los aprendizajes que tienen los niños en los diferentes niveles de educación. Estas pruebas vienen de investigadores que tomaron como eje a los niños de su país, que es Estados Unidos. Sin embargo, al crearlas también realizaron un arduo trabajo para investigar en diferentes países la educación que se les daba a los niños y medir las diferencias con los suyos. Resulta que niños de corta edad en Yucatán, chiquillos que sus mamás llevaban a todas partes en sus rebozos, tenían mejores resultados que los suyos puesto que a través del juego y de las experiencias se encontraban expuestos a una gran cantidad de estímulos. Cabe mencionar que estas investigaciones se hicieron en zonas rurales. Sería interesante mencionar que es diferente el desarrollo de los niños en las ciudades.
En el caso de nuestra ciudad los niños tienen pocas opciones de recibir estímulos, pues están confinados a vivir entre la casa y la escuela; entre ellas un transporte por el que pueden ver el mundo a través de una ventana, es decir, alejados de todo contacto con su alrededor. Mientras que la mayor oportunidad de tener aprendizajes significativos se encuentra en el socializar, en manipular las cosas y tener experiencias; los niños de nuestra ciudad se encuentran constantemente cohersionados tanto en la casa como en la escuela. Constantemente encuentran prohibiciones y poco espacio a dónde vayan. En la casa, los más afortunados salen algunos días de la semana para recibir clases artísticas o deportivas en dónde desfogan un poco de su energía y desarrollan ámbitos alternos a la cognición. Los que no, los encontramos en casa a cargo de dispositivos electrónicos, pues sus padres se trabajan la mayor parte del día fuera de casa o se encuentran ocupados.
Por otro lado, en la escuela los docentes tienen un carga de trabajo muy fuerte, por lo que el tiempo se les va en entregar requerimientos a las coordinaciones y en preocuparse porque los niños logren las competencias que les son solicitadas. Esto hace difícil tener espacios y momentos en donde los pequeños puedan moverse. Sin embargo creo que en ésta última, la escuela, es en donde puede haber mucha más posibilidad para que el niño se desarrolle de la mejor forma; aquí cuentan con el lugar, los compañeros, las autoridades, los materiales, etc., para poder recibir los estímulos que los hagan aprender lo que necesitan, además de internalizar reglas y normas que utilizarán en su día a día, tanto dentro como fuera del salón de clases.
Es en el juego en el que el niño puede trabajar con sus tensiones, en el que se aprende a relacionar con los demás, en el que aprende valores, a esperar su turno, en el que ingresa al mundo de las normas; es decir, es a partir del juego que el niño puede descubrir ese mundo que lo rodea. Es necesario que el docente preocupado por el desarrollo de sus alumnos, pueda generar dinámicas que incluyan los contenidos temáticos del ciclo escolar; evitando así largas explicaciones y pueda entonces generar un ambiente de aprendizaje significativo en el que los alumnos se sientan cómodos, contentos y relajados para recibir el conocimiento que el profesor les imparte.
Es verdad que el trabajo de incluir juegos para las horas de clase requiere creatividad y quizá un poco más de tiempo para planificarlo. Sin embargo este pequeño esfuerzo extra, hará no sólo que los alumnos se muestren más receptivos y logren mejores resultados en el ciclo escolar, sino que el maestro logre más acercamiento emocional con sus alumnos. El acercamiento emocional con los alumnos permitirá al docente tener menos problemas conductuales dentro del salón de clase que desvíen la atención de los contenidos temáticos y a la vez un mejor control de grupo.
Claro queda que el esfuerzo de realizar un plan de clase que incluya juegos y tiempos de relajación da más de lo que le quita al maestro. Al menos un juego cada dos días puede ayudarle al docente a relajarse al momento de entregar resultados. ¡Prueba hacerlo, no te arrepentirás!
Deja un comentario